viernes, 31 de mayo de 2013

Los Presidentes de los Estados Unidos.

El-Ala-Oeste
En 2013, Barack Obama ha sido investido como el cuadragésimo-cuarto Presidente de los Estados Unidos de América por segunda vez -el primer afroamericano. Eso significa que 43 comandantes en jefe antes, comenzando por el ínclito e independiente militar -nunca político- George Washington, juraron el cargo frente a los estadounidenses, a lo largo de una agitada historia en la Casa Blanca salpimentada por conflictos, sangre, guerras, discursos, momentos históricos y algún que otro asesinato derivados en sustituciones vice-presidenciales. ¿Quiénes son los presidentes de los EEUU?
Algunos son de lo más icónicos. Otros, en cambio, completamente olvidables. Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt o John F. Kennedy, por ejemplo, están indudablemente en el subconsciente de cada uno de los norteamericanos. Aún así, detrás de (casi) todos ellos hay una historia interesante, desde la publicitada renuncia de Richard Nixon -tras el escándalo Watergate- hasta la proclamación del gran héroe de la Guerra Civil, Ulysses S. Grant, como presidente de todos por igual, pasando incluso por las muertes naturales en la oficina de cuatro de ellos(William Henry Harrison, Zachary Taylor, Warren G. Harding, y Roosevelt) y los cuatro asesinatos de otros tantos (Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley, y Kennedy). Incluso los nombres que se quedaron en la carrera o los vice-presidentes tuvieron su propia voz y fueron interesantes por sus propios méritos.
Presidentes de EE.UU.
Rank.PresidentePartidoPeriodoVice-presidente(s)
1George Washington (1732–1799)Independiente1789-1797John Adams
2John Adams(1735–1826)Federalista1797-1801Thomas Jefferson
3Thomas Jefferson(1743–1826)Demócrata-Republicano1801-1809Aaron Burr/ George Clinton (1804)
4James Madison(1751–1836)Demócrata-Republicano1809-1817George Clinton/ Elbridge Gerry
5James Monroe(1751–1836)Demócrata-Republicano1817-1825Daniel D. Tompkins
6John Quincy Adams (1767–1848)Demócrata-Republicano1825-1829John C. Calhoun
7Andrew Jackson(1767–1845)Demócrata1929-1937John C. Calhoun/ Martin Van Buren
8Martin Van Buren(1782–1862)Demócrata1837-1841Richard Mentor Johnson
9William Henry Harrison (1773–1841)Whig1841John Tyler
10John Tyler (1790–1862)Whig1841-1845vacante
11James K. Polk(1795–1849)Demócrata1845-1849George M. Dallas
12Zachary Taylor(1784–1850)Whig1849-1850Millard Fillmore
13Millard Fillmore(1800–1874)Whig1850-1853vacante
14Franklin Pierce(1804–1869)Demócrata1853-1857William R. King
15James Buchanan(1791–1868)Demócrata1857-1861John C. Breckinridge
16Abraham Lincoln(1804–1869)Republicano1861-1865Hannibal Hamlin/ Andrew Johnson
17Andrew Johnson(1808–1875)Demócrata1865-1869vacante
18Ulysses S. Grant(1822–1885)Republicano1869-1877Schuyler Colfax/ Henry Wilson
19Rutherford B. Hayes (1822–1893)Republicano1877-1881William A. Wheeler
20James A. Garfield(1831–1881)Republicano1881Chester A. Arthur
21Chester A. Arthur(1829–1886)Republicano1881-1885vacante
22Grover Cleveland(1837–1908)Demócrata1885-1889Thomas A. Hendricks
23Benjamin Harrison(1833–1901)Republicano1889-1893Levi P. Morton
24Grover Cleveland(1837–1908)Demócrata1893-1897Adlai Stevenson
25William McKinley(1843–1901)Republicano1897-1901Garret Hobart / Theodore Roosevelt
26Theodore Roosevelt (1858–1919)Republicano1901-1909Charles W. Fairbanks
27William Howard Taft (1857–1930)Republicano1909-1913James S. Sherman
28Woodrow Wilson(1856–1924)Demócrata1913-1921Thomas R. Marshall
29Warren G. Harding(1865–1923)Republicano1921-1923Calvin Coolidge
30Calvin Coolidge(1872–1933)Republicano1923-1929Charles G. Dawes
31Herbert Hoover(1874–1964)Republicano1929-1933Charles Curtis
32Franklin D. Roosevelt (1882–1945)Demócrata1933-1945John Nance Garner / Henry A. Wallace / Harry S. Truman
33Harry S. Truman(1884–1972)Demócrata1945-1953Alben W. Barkley
34Dwight D. Eisenhower (1890–1969)Republicano1953-1961Richard Nixon
35John F. Kennedy(1917–1963)Demócrata1961-1963Lyndon B. Johnson
36Lyndon B. Johnson(1908–1973)Demócrata1963-1969Hubert Humphrey
37Richard Nixon(1913–1994)Republicano1969-1974Spiro Agnew / Gerald Ford
38Gerald Ford (1913–2006)Republicano1974-1977Nelson Rockefeller
39Jimmy Carter(1924- )Demócrata1977-1981Walter Mondale
40Ronald Reagan(1911–2004)Republicano1981-1989George H.W. Bush
41George H.W. Bush(1924- )Republicano1989-1993Dan Quayle
42Bill Clinton (1946- )Demócrata1993-2001Al Gore
43George W. Bush(1924- )Republicano2001-2009Dick Cheney
44Barack Obama(1961- )Demócrata2009-2017Joe Biden

La División Azul.

La División Azul española fue la 250ª División de Infantería de las fuerzas armadas alemanas que luchó en el frente del Este. La formaron unos 45.500 hombres, de corte mayoritariamente falangista al principio (voluntariado azul) y militar al final (“caquis” obligados).
Ésta División surgió como pago humano que se hubo de hacer a Alemania por la ayuda prestada a Franco, aunque no sería un pago equilibrado, pues España dejó en suelo ruso a 5.000 hombres, cuando Alemania había perdido en la península a poco más de 300.
El ataque alemán a la URSS se desencadenó en la madrugada del 22 de junio de 1941: 119 divisiones de infantería, 19 acorazadas y 15 motorizadas (3.050.000 hombres en total), con la ayuda de 18 divisiones finlandesas y 12 rumanas, embistieron las posiciones soviéticas a lo largo de un frente de 2.400 kilómetros, desde el océano Ártico hasta el mar Negro.
El Ministro español de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Súñer, informó a Franco, su cuñado, y le planteó la posibilidad de contribuir a la lucha alemana con un contingente falangista voluntario.
El reclutamiento de voluntarios para la División Azul fue rápido y masivo. Tras diez días de concentración, los voluntarios marcharon a Alemania a mediados de julio. Se concentraron en la localidad bávara de Grafenwörhr donde tuvieron un intenso programa de entrenamiento durante algo más de un mes.
El viaje hacía Rusia fue muy duro. Necesitaron 53 días, hasta mediados de octubre, para llegar al frente. La primera parte del viaje la hicieron en tren, pero desde Suwalki (Polonia) hasta las proximidades de Moscú lo hicieron a pie (casi 900 kilómetros). Se impuso un ritmo de entre 30 y 40 kilómetros diarios en jornadas de sieto u ocho horas.
Cuando la División Azul transitaba ya por la autopista que la conducía a Smolensko, Muñoz Grandes recibió la inesperada orden de virar. En lugar de dirigirse a Moscú, debía hacerlo hacia el norte, hacia Novgorod. Era una decisión de Hitler ante la necesidad de refuerzos en la zona y ante los malos y prejuiciosos informes alemanes sobre los españoles. La unidad mantenía una ambigua relación con sus colegas alemanes, cuyo “orgullo racial” y concepto del orden dificultaban la interacción con personas de ámbito mediterráneo, más propensas al individualismo y la improvisación. Durante la marcha, en la ciudad de Grodno, los divisionarios confranternizaron con las muchachas judías, para disgusto de los alemanes. Cantaban, iban con los primeros botones de la guerrera desabrochados y se relacionaban con los residentes, al margen de credos y prejuicios raciales. Sus tratos con los civiles rusos generalmente fueron sencillos y amables, afectuosos incluso (por no hablar de los muchos idilios de divisionarios con rusas).
Pero una vez en el frente, los españoles se ganarían la confianza de los alemanes por su manera de entender el combate, sin concesiones a los reveses (lo reconoció Hitler ante los suyos, en privado, y ante los micrófonos de la radio). Y cuando se cambiaran las tornas para los invasores, sabrían resistir e improvisar. La reconciliación hispano-alemana de manos de la lucha lo sería hasta tal punto que, tras su repatriación, la “Blaue Division” se echaría en falta.
El momento del combate llegó en la zona del río Voljov, en torno a la ciudad de Novgorod. El avance español, que empezó con el cruce del río y la toma de diversas localidades, duró unos días y alcanzó Posselok, Otenski y Possad. Pero la reacción soviética obligó a los divisionarios a una dura lucha en el invierno de 1941 y 1942 que fue el más frío de cuantos se habían vivido en lo que se llevaba de siglo.
Río Voljov y ciudad de Novgorod
Al finalizar el año, los muertos de la División Azul ascendían ya a 1.400, en tanto que los alemanes se acercaban a 250.000. Moscú no había sido tomada y Leningrado resistía. En enero de 1942, una operación que requería cruzar el helado lago Ilmen supuso más de un 90% de bajas en un equipo de unos doscientos soldados. La división siguió en la zona hasta finales de agosto, cuando fueron trasladados a Kolpino. A principios de 1943, un ataque soviético en Krasny Bor, otra barriada de Lenningrado, provocó 2.252 bajas entre los españoles en un solo día (de ellas, 1.125 fueron muertos), casi el 25% de las habidas en dos años.
En octubre la División Azul abandonaba el frente de combate. Sin embargo, quedó allí una Legión Azul como una especie de parche del régimen de Franco para justificar ante Alemania la retirada de la División Azul. Sólo vivió un mes en el frente. A finales de febrero, Hitler decidío su repatriación. Acabada también la Legión Azul, quedaron aún al lado de Alemania unos cientos de combatientes españoles, pero ya no como unidad oficial, sino como voluntarios que luchaban clandestinamente, pues el régimen abominó de ellos. La causa aliada se imponía de forma clara a un Eje en paulatina descomposición. Franco cambió de rumbo: la de congraciarse con los aliados. Y ello hasta el extremo de olvidarse a varios cientos de divisionarios en el presidio soviético durante más de 10 años (entre 1941 y 1954). Éstos llegaron el viernes 2 de abril de 1954 al puerto de Barcelona a bordo del buque Semíramis, entre el fervor de muchos y la ausencia de Franco.

Ayuda alemana al Frente Nacional Español.

En la mañana del 27 de Julio de 1936 tras la decisión favorable al envío de material a España  por parte del Hitler y después de una ardua negociación entre Alemanes y Nacionalistas , Göering, Blombber junto con otros delegados, examinaron los detalles de la ayuda solicitada y acordada la noche anterior y en cuya reunión ya interviene Arranz por ser el experto aeronáutico y el único Español comisionado. El 30 de Julio de 1936 en el aeródromo militar (Alemán) de Döberitz, se pusieron a disposición del comandante von Scheele, 87 expedicionarios, entre pilotos de caza y bombardeo, procedentes de las unidades acantonadas en los aeródromos de Dermund, Döberitz (base principal de la Luftwaffe) Merseburg, Gotha y Ansbach que al día siguiente fueron revistados por los generales, Wilberg y Milch de quienes recibieron las oportunas instrucciones para su inmediato traslado a España así como información relativa a la misión que iban a desempeñar.
 De esta manera comenzaba la ayuda Alemana al Bando Nacionalista en la Guerra Civil Española. Los expedicionarios llegaron al Puerto de Cádiz con el material embarcado en Alemania. Es a partir del 15 de agosto cuando empiezan a operar los Cazas HE-51 y ese mismo día se estrella un Junker 52 Alemán cerca de Jerez de la Frontera muriendo en este accidente los primeros pilotos Alemanes de la Guerra Civil. Desde los primeros momentos, la actividad de los HE-51 se hizo notar en los frentes, después de números combates y tras estabilizarse estos y motivado por las necesidades en el frente Norte, los aviones Alemanes son obligados a regresar el día 28 de octubre  a sus bases de Ávila y Salamanca.

Durante todo este periodo de tiempo, que fueron los primeros meses de intervención Alemana, estos mantenía la prohibición a los pilotos adentrarse en zona Republicana, esa es la razón de las reducidas bajas en acción de Guerra de Alemanes.Podemos definir estos primeros meses de la ayuda Alemana como “la primera fase “ y en octubre esta ultima tocaba a su fin por encontrarse ya en suelo Español la "LEGIÓN CÓNDOR"
Tras las conversaciones mantenidas entre Franco, el Almirante Alemán Wilhelm Canaris en Salamanca, el 30 octubre de 1936 se  se forma la LEGIÓN CÓNDOR.

Este cuerpo estaba formado por voluntarios de la Luftwaffe, dentro de las fuerzas aéreas Alemanas se le asigno el numero 88, este cuerpo se creo en virtud del propósito de Alemania de mantener en España un centenar aproximado de aviones mientras durase la guerra.
El grupo de caza 88 tenia como denominación J/88 (Jabd=caza) estaba compuesto de cuatro escuadrillas de 12 aviones cada una.
Inicialmente la Legión Cóndor contó con 6500 hombres que componían la unidad. Los Cazas de los que disponían la Legión Cóndor, a los que hay que incluir el llegado con anterioridad y que fue incorporándose eran por aquel entonces treinta y dos Heinkel HE-51. que formaban cuatro escuadrillas a cuyo mando estaba el comandante Von Merhard, estas escuadrillas se denominaron según sus distintivos:
Marabou  (Marabú), Zylinder Hut  (Sombrero de Copa), Mickey Mouse ( Ratón Mickei), Wilder Jäver  (Cazador salvaje)
Las unidades aéreas permanecieron dotadas en su totalidad con personal exclusivamente Alemán hasta 1938 año en el que paulatinamente fueron agregándose pilotos Nacionalistas a las tripulaciones.
También a la Legión Cóndor acompañaban tropas auxiliares, entre las que se contaban secciones de proyectores, destacamentos de transmisiones, unidades de detección tierra-aire, unidades de ambulancias, compañía de señales y destacamentos de motoristas. En marzo de 1937 llegan a España los Messershmitt Bf 109 que tan buen resultado dieron tanto en la Guerra Civil como en la Guerra Mundial, estos aviones venían siendo probados en su versión prototipo V5 y V6 desde principio de año
El 26 de abril de 1937, se produjo el bombardeo de Guernica, uno de los más controvertidos de la Guerra civil Española, hoy en día todavía se duda de quien dio la orden de ejecución, pero todo parece indicar que esta ultima vino directamente de von Richthofen.
La Legión Cóndor participo activamente con el resto de las fuerzas aéreas Nacionalistas en todos los frentes de la Guerra. En ellos la Legión Cóndor, se apunto 296 derribos de aviones Republicanos, 235 por sus pilotos en combate aéreo.
El piloto más destacado fue el teniente Möldes con 14 derribos, siguiendole los tenientes Oesau, Schellman, Harder, Bodden, Ebbighausen, Tietzen y el suboficial Ihlefeld.
En mayo  de 1939, después de la finalización de la Guerra, se celebro en Madrid el desfile de la Victoria, en el que desfilaron 350 aviones entre ellos los de la Legión Cóndor.
El día 28 de mayo  en el puerto de Vigo, 6.000 Alemanes con su Jefe el Barón Richthoffen, embarcaron rumbo a Alemania, el día 31 del mismo mes fueron recibidos apoteósicamente  en el puerto de Hamburgo por el propio Göering, pocos días después Adolfo Hitler, revista en Berlín 14.000 excombatientes de España procedentes de los distintos relevos y ofrece el homenaje a los caídos de la unidad.
La voluminosa documentación que la Legión Cóndor genero durante toda la Guerra Civil acerca de la experimentación de los aviones empleados, tácticas usadas, etc.. fue evacuada junto a a los soldados Alemanes al finalizar la Guerra de España. Inicialmente toda esta documentación fue a parar al Ministerio del Aire en Berlín a cuyo mando se encontraba el Mariscal Göering, este siguiendo ordenes de Hitler, ordeno la destrucción de todos los documentos pertenecientes a la Luftwaffe incluidos los de la Legión Cóndor durante las ultimas semanas previas ala entrada de las tropas soviéticas a la capital del Reich. La consecuencia de dicha orden son claras y desastrosas para la historia. Es pues difícil documentar con la mayor pulcritud y exactitud todo lo relacionado con la Legión Cóndor.
 

Pequeño resumen de la II Guerra Mundial.

El gobierno de Hitler tenía como meta la adquisición de un gran imperio nuevo que le proveyera “espacio vital” (Lebensraum) in Europa oriental. Hitler calculó que la realización de la hegemonía alemana en Europa exigiría la guerra.
Las tropas alemanas se acercan a Bydgoszcz. Polonia, 18 de septiembre de 1939.
Después de asegurar la neutralidad de la Unión Soviética (con el pacto de no-agresión entre Alemania y la URSS), Alemania desató la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. Gran Bretaña y Francia respondieron con la declaración de guerra contra Alemania el 3 de septiembre. El 9 de abril de 1940, las fuerzas alemanas invadieron Noruega y Dinamarca, y en mayo de 1940, Alemania empezó el asalto de Europa occidental. La Unión Soviética ocupó los estados del Báltico en junio de 1940, y los anexó en agosto de 1940. Italia, miembro del Eje, entró en la guerra en junio de 1940. Desde el 13 de agosto hasta el 31 de octubre de 1940, la aviación nazi atacó a Inglaterra en la campaña conocida como la “Batalla de Inglaterra”.
Después de dominar los Balcanes con la invasión de Yugoslavia y Grecia el 6 de abril de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, en una violación directa del pacto alemán-soviético. En junio y julio de 1941, los alemanes también ocuparon los estados del Báltico. Stalin, el líder soviético, se convirtió en un líder importante del grupo aliado, junto con el presidente de los EE.UU., Franklin Delano Roosevelt, y el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill. El 7 de diciembre de 1941, Japón (uno de las potencias del Eje) bombardeó Pearl Harbor, Hawai. Los Estados Unidos inmediatamente declararon la guerra a Japón. El 11 de diciembre, Alemania y Italia declararon la guerra a los Estados Unidos.
Empezando con la llegada en 1942 de las tropas americanas a África del norte, los Aliados obtuvieron una cantidad de victorias militares. El 2 de febrero de 1943, el 6º Ejército alemán se rindió a los soviéticos en Stalingrado. En septiembre, los Aliados invadieron Italia, que se rindió el 8 de septiembre, pero Mussolini estableció un régimen fascista en Italia del norte. Las fuerzas alemanas luego invadieron Italia del norte, y avanzaron hacia el sur para encontrarse con las fuerzas aliadas. Las tropas alemanas mantuvieron Italia del norte hasta mayo de 1945.
El 6 de junio de 1944 (el día D), doscientos cincuenta mil soldados aliados llegaron a Francia, que fue liberada para fin de agosto. Las fuerzas aéreas aliadas atacaron las fabricas industriales nazis, tales como la del campo de Auschwitz(aunque las cámaras de gas nunca fueron un blanco). Los soviéticos empezaron una ofensiva el 12 de enero de 1945, y liberaron Polonia y Hungría. A mediados de febrero de 1945, los Aliados bombardearon Dresden, y casi cien mil civiles fueron muertos.
El 29 de abril, Hitler se suicidó. Berlín fue capturada por las fuerzas soviéticas en mayo de 1945, y los alemanes se rindieron el 7 de mayo de 1945. En agosto, la guerra en el Pacifico terminó, poco después de que los EE.UU. usaran bombas atómicas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, matando instantáneamente ciento veinte mil civiles. Japón se rindió formalmente el 2 de septiembre. La Segunda Guerra Mundial resultó en aproximadamente 55 millones de muertos en el mundo.

Los principios del Nacional-Catolicismo.

No sería excesivo afirmar que la Guerra civil española fue la experiencia más traumática por la que tuvo que pasar la Iglesia católica en un país de Europa occidental en la Edad Contemporánea. La persecución de la religión y del clero en la zona republicana sólo fue igualada, o quizá sobrepasada, por la que ejercieron los comunistas durante la Revolución Rusa. Para los nacionales, sin embargo, la religión fue un apoyo -algunos sostienen que el más fuerte- y una motivación durante todo el conflicto. Por tanto, el triunfo de éstos fue, mutatis mutandis, un triunfo del catolicismo, que presidió un resurgir religioso de características casi fundamentalistas, sin parangón en cualquier otro país occidental europeo. 
Los años 40 trajeron consigo una vuelta a muchos aspectos de la vida religiosa. El número de personas que asistía a misa aumentó, se reconstruyeron muchos edificios religiosos y subieron todos los índices relacionados con la práctica religiosa. En 1942 estaban en pleno apogeo las nuevas misiones populares dedicadas a la cristianización masiva, que continuarían funcionando durante más de una década. En ciudades grandes e industriales como Barcelona, podía verse algunas veces a casi un cuarto de millón de personas en fila en la calle durante las campañas de las misiones. Se edificaron seminarios por toda España, aunque el número de seminaristas no creció de forma destacada hasta 1945, después de que esta nueva religiosidad tuviera tiempo de asentarse. 
Uno de los aspectos más asombrosos de la España de la posguerra fue la nueva introducción de ritos religiosos en los aspectos más formales de la vida. Como ha dicho Rafael Gómez Pérez: "La religión era un elemento natural de la vida social; las Navidades con los Belenes y las cabalgatas de los Reyes Magos; las conferencias cuaresmales y ejercicios espirituales abiertos o cerrados; novenas; las procesiones de Semana Santa; las procesiones eucarísticas y para el viático a los enfermos; los rosarios de la aurora; las procesiones del Sagrado Corazón de Jesús; las romerías a la Virgen; las fiestas de la Patrona, los actos religiosos de cofradías y hermandades... Todo el año estaba acompañado de alguna manifestación religiosa pública". 
Esta nueva sacralización de la vida española afectó a casi todos los asuntos públicos y a las instituciones. Se dio con más fuerza en aquellas regiones y entre aquellos españoles que nunca habían sido totalmente laicos: el norte católico, cuya sociedad rural era predominantemente religiosa y gran parte de la clase media y alta. Tuvo mucho menos influencia en los viejos bastiones de la causa revolucionaria: el sur azotado por la pobreza y los trabajadores urbanos. Pero incluso en esas zonas hubo un cambio durante los años 40. Los que antes eran indiferentes ahora oían misa y observaban ciertos ritos ya fuera por la presión, por convicción o por un nuevo sentido de conformismo social. Durante algunos años la España católica tradicional parecía haberse restaurado. 
En algunos aspectos la vida española de los 40 se vivía de forma extrema. Floreció la prostitución en medio de la penuria de la posguerra, mientras la sociedad formal era la más puritana de Europa. El mercado negro era una necesidad para muchos en su vida privada, pero en público se expresaban siempre en términos tan piadosos que hubiera resultado extraño incluso antes de la República. 
El Cardenal Gomá, de hecho, encontró los resultados de este resurgir religioso algo decepcionantes. Le dijo al embajador británico -que era católico- que el triunfo de Franco no había traído consigo la verdadera renovación espiritual que él esperaba. El SEU -de la Falange- absorbió las asociaciones estudiantiles católicas, cualquier grupo católico social que pudiera ser competencia de los sindicatos se disolvió, se prohibió a los curas hablar la lengua vernácula en Cataluña y en el País Vasco -a pesar de la intervención de Gomá- y se suprimió una pastoral de este primado por ser demasiado indulgente con la oposición y criticar sutilmente al Gobierno. Se llegó a censurar al Papado, suprimiendo la encíclica antinazi de Pío XI, Mit brennender Sorge y parte de su mensaje radiofónico del 15 de abril de 1939 en el que felicitaba a los nacionales por su victoria, pero les pedía comprensión y buena voluntad para con los vencidos. Gomá murió en 1940 desilusionado políticamente. 
Este primado era una excepción entre los líderes de la Iglesia española de su época que, en general, se identificaban mucho con el Régimen, a pesar de los excesos. La excepción más notable era el reaccionario Pablo Segura, cardenal arzobispo de Sevilla, que no mantuvo en secreto su odio hacia la Falange y hacia el propio Franco. Rechazó las peticiones para que celebrara misas de campaña en encuentros falangistas, argumentando que eran espectáculos políticos que profanaban los servicios religiosos de forma sacrílega. Se decía que su catedral en Sevilla era el único edificio eclesiástico en España que no tenía en sus paredes nombres de falangistas caídos. Durante un sermón público en 1940 tuvo la audacia de explicar que el término caudillo en la literatura clásica significaba jefe de una banda de ladrones y que en los Ejercicios Espirituales de Loyola se clasificaba semejante figura como un demonio. Esto provocó tal ira en Franco que sus ministros apenas pudieron evitar que ordenara el segundo exilio de Segura, a quien ya habían expulsado de España durante la República. 
En los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, la opinión dentro de la jerarquía eclesiástica cada vez estaba más dividida. La oposición más tajante al Régimen la hizo Fidel García Martínez, obispo de Calahorra, cuyas pastorales de 1942 y 1944 eran categóricamente antinazis. Algún otro obispo también redactó lo que se llamó pastorales sociales que condenaban los abusos y las injusticias de la estructura económica existente, especialmente en las zonas rurales. Esto culminó con la primera pastoral social colectiva por los obispos de Andalucía oriental en octubre de 1945, en la que se recomendaba que hubiera asociaciones de trabajadores y de patrones por separado, que sustituyeran al sistema de un sindicato vertical que tenía el Estado. 
Mucho más corriente, sin embargo, era que los prelados se identificaran totalmente con el Régimen y lo defendieran, aunque sólo hubo uno, Eijo y Garay, el obispo azul de Madrid, llegó al extremo de identificarse con la Falange. En el Gobierno, los ministerios de Justicia y Educación se reservaron desde el principio para los ultracatólicos, para que las normas religiosas se introdujeran en el sistema legal y el educativo. En la Organización Sindical se eligió un consejero eclesiástico de sindicatos en 1944 y se establecieron consejerías religiosas similares bajo otros ministerios e instituciones estatales, que terminarían convirtiéndose en una característica del siguiente cuarto de siglo. 
El fuerte carácter católico del Régimen se explotó más que nunca después de 1945 para distinguir el franquismo del fascismo, pero el Generalísimo estaba decepcionado por el desarrollo de las relaciones con el Vaticano. Tenía la esperanza de que hubiera un concordato poco después de terminada la Guerra Civil; su Gobierno abolió oficialmente el divorcio en septiembre de 1939 y volvió a instaurar el subsidio estatal eclesiástico -que había suprimido la República- dos años más tarde. El Vaticano, sin embargo, recelaba de una relación formal con el Régimen español después de su experiencia con los concordatos con Italia y Alemania, así que el primer acuerdo al que llegaron en 1941 no era ni mucho menos un concordato. Le daba al Estado el derecho de hacer presentaciones para nombramientos episcopales, pero le negaba una mayor autoridad sobre los nombramientos eclesiásticos. A pesar de todo, el Vaticano estaba satisfecho con los cambios que había habido en la política española durante los últimos años de la II Guerra Mundial y no desanimaba a los prelados y católicos en general a que reafirmaran su apoyo a Franco durante el periodo crucial del ostracismo.
Al mismo tiempo, los jerarcas de la Iglesia esperaban que hubiera una reforma en el sentido de la moderación y la institucionalización de las normas legales tradicionales. En su pastoral del 8 de mayo de 1945, Enrique Pla i Deniel, primado sucesor de Gomá, resumía la posición de la jerarquía respecto al Régimen mientras que pedía que éste instalara unas bases institucionales sólidas "en consonancia con nuestras tradiciones históricas y compatible con las realidades presentes". 
Durante los dos años siguientes, Pla i Deniel apoyó las nuevas fórmulas institucionales del Régimen y suplicó a los católicos que participaran en el sistema. 
No hay duda de que en todo esto influían ciertas frustraciones, ya que Franco nunca aceptó las ideas de su nuevo Ministro de Exteriores, Martín Artajo, de dar al Régimen una estructura corporativa y semirrepresentativa. Los cambios de 1945-47 prometían mucho más de lo que en realidad ofrecían. Cuando la dirección de la censura y de la prensa dejó de depender del Movimiento y a principios de 1946 pasó a manos de dos destacados civiles católicos y conservadores del Ministerio de Educación, los nuevos directores no pudieron reformar la censura como habían esperado. Las publicaciones católicas tenían más libertad ahora que antes de 1945, pero todavía no estaban completamente libres de las restricciones. Además, las nuevas Hermandades Obreras de Acción Católica (HOAC), fundadas en 1946 para fomentar el catolicismo entre los trabajadores, que estaban apoyadas por el primado en persona, recibían presiones de la Organización Sindical y numerosas críticas. A pesar de todo, en España se había establecido la mayor variedad de regulaciones religiosas llevadas a cabo por un Estado occidental del siglo XX, coronado con una nueva ronda de disposiciones entre 1950-53, antes de firmar, por fin, un concordato con el Vaticano. 
Lo que empezó a llamarse con tono burlón Nacional Catolicismo a finales de los 60, ofrecía enormes ventajas a la Iglesia. Tenía un papel fundamental en la educación, disfrutaba de subsidios económicos y exenciones de impuestos, se estaban renovando y ampliando los seminarios, tenía infinitas posibilidades de hacer proselitismo y propaganda, podía obligar jurídicamente a que se cumplieran las normas católicas, y contaba con procedimientos jurídicos específicos así como protección para el clero que estuviera acusado de violar las leyes civiles. Mientras tanto, el número de personas que quería dedicarse a la religión aumentaba hasta alcanzar un récord sin precedentes: se ordenaron más de 1.000 sacerdotes por año entre 1954 y 1956. 
Surgió una nueva y distintiva influencia católica del instituto secular Opus Dei. Nació como una organización diocesana y terminó siendo el grupo católico más insólito de la España de posguerra y quizá de toda la Iglesia católica. Se desarrolló a partir del pequeño núcleo que fundó el sacerdote aragonés Jose María Escribá de Balaguer en 1928. En 1943 se reconoció como el primer instituto secular de la Iglesia. Cuando en 1982 el Papa Juan Jablo II le otorgó el estatus de primera Prelatura personal de la Iglesia, el Opus Dei contaba con 72.000 miembros por todo el mundo. 
La misión del Opus es la santificación del mundo secular y la forma de diseminar los valores espirituales de forma efectiva, como concibieron su fundador y sus cabecillas, es a través de las profesiones clave de la sociedad industrial, tales como la enseñanza universitaria, los negocios, las finanzas y los niveles más altos de gestión. Un número desproporcionado de miembros del Instituto habían hecho carrera en estas áreas, lo que hizo que el Opus adquiriera fama de elitista. Al mismo tiempo, la reserva que mostraban los miembros acerca de su propia asociación y sus relaciones le daba un aire de secretismo. 
En los primeros años después de la Guerra Civil los miembros del Opus no estaban en contacto tan cercano con el Régimen como los de Acción Católica. Su trabajo parecía más progresista y moderno que el de muchas organizaciones religiosas de los años 40 y recibió apoyo y ánimo de muchos católicos adinerados y progresistas, especialmente en Cataluña. Por otro lado, los falangistas atacaban y se oponían al Instituto y a sus miembros casi desde el principio. 
El Opus salió más a la luz pública cuando un número considerable de sus miembros obtuvo cátedras universitarias durante los años 40 y 50. En 1952 la organización inauguró lo que pronto se convertiría en la Universidad católica más organizada del país, la Universidad de Navarra, en Pamplona. Los miembros adquirían renombre en el mundo de los negocios y las finanzas y algunos incluso empezaron a interesarse por la política, aunque otros desaconsejaban esta actividad. 
Sin embargo, la década de los 50, más próspera y pluralista, que vio cómo crecía el neocatolicismo, también pudo ver los primeros indicios de un declive de la actividad religiosa y el comienzo de una nueva secularización. De hecho, algunos indicadores de la actividad religiosa habían empezado a bajar antes del final de los 50. 
El número de estudiantes de seminario se quedó en casi 8.000 desde 1951 hasta 1963, pero el total de nuevas ordenaciones empezó a decaer lentamente después de 1956, aunque el número de sacerdotes llegó a su punto más alto de la España contemporánea con 34.474 -incluido el clero regularen 1963. En Madrid, Barcelona y Valencia el número de sacerdotes aumentó en más de un 10 por ciento durante los 50, pero en 1960 todavía no había llegado al nivel de 1931. Aunque esto no estaba claro para muchos en aquel momento, la sociedad cada vez más urbana, industrial y consumista de los 50 estaba iniciando una nueva fase de secularización. Esta sociedad desarrollada no alimentaba tantas nuevas vocaciones como en los 40. También decayó el alcance de las misiones populares; se ponían en marcha muchas menos o se hacían de una forma menos pública y ostentosa. 
Ya se podían ver señales significativas de cambio tanto en las organizaciones eclesiásticas como en las laicas, que empezaban a recibir las influencias de la liberalización que se estaba dando en la Europa de la posguerra. La unión de las secciones de jóvenes y adultos de Acción Católica, que serían unos 373.000 en 1947, creció hasta 532.000 en 1956 y con este aumento vino la diversificación de las actividades. Los que se inclinaban por un liderazgo unitario perdieron frente a los que insistían en que hubiera ramas diversificadas de actividades autónomas. Se formaron cuatro grupos sociales, Juventud Católica Obrera, Vanguardia Obrera de Jóvenes, Juventud Rural de Acción Católica y las Hermandades Obreras de Acción Católica, que tomaron iniciativas muy diferentes. La HOAC creció de forma constante y se hizo mucho más militante en sus actitudes políticas y económicas a mediados de los 50. Los estudiantes católicos regresaron a sus actividades autónomas dentro del SEU -la organización estudiantil de la Universidad estatal e incluso empezaron a unirse a la oposición política. A finales de los 50 algunos miembros del clero también empezaron a hablar más abiertamente de cuestiones sociales y culturales, especialmente en Cataluña y el País Vasco, donde retomaron sus antiguos intereses regionales y culturales, y dieron un impulso al resurgir del nacionalismo vasco y catalán.